Jorge Mario
Pedro Vargas Llosa es indudablemente la mayor referencia viva de un personaje
ilustre que tenemos, además de ser sanmarquino y el primer y único Premio Nobel de Literatura en el Perú. Dejemos, al menos en esta ocasión, de lado los datos
biográficos de este personaje, vayamos a aquello que lo hace grande.
De todas las características que se pueden desentrañar cuando uno se sumerge en sus relatos, el hecho de ser tan sorprendentemente descriptivo y encajar cada partecita con la otra hace que su prosa se parezca a la de un arquitecto en su afán de crear una obra en donde los componentes de la infraestructura tengan armonía entre sí, de manera que no se note la complejidad.
Al leer las obras de Mario Vargas ese puede percibir algo parecido, solo que en vez de estructuras de diferentes materiales bien organizadas, se tienen palabras, oraciones, párrafos aparentemente sencillamente estructurados; el lector puede pasar por alto la tremenda red de conexiones complejas que se entrelazan en el texto, he ahí la genialidad de Vargas Llosa: la forma como logra esas conexiones, las hace tan precisas, tan bien desarrolladas que al momento de leer es como si la corriente te llevara por aguas de placer visual, esto por las diferentes imágenes mentales que se proyectan en la mente con cada palabra. No por nada es el único sobreviviente del boom latinoamericano.
Lo que se quiere destacar aquí es la habilidad de desarrollar relatos organizados de manera compleja, pero que al ser leídos es casi imperceptible, al menos en muchos de sus textos. Vargas Llosa ha confesado el 2015 en una entrevista para el diario español El País que considera no tener talento natural para escribir, que cada vez le cuesta más y más, suponiendo que esto último se debe al sentido autocrítico que ha ido agudizando al pasar de los años. Además, también hizo mención de su capacidad de recordar muchas cosas (aquello que le permite crear relaciones complejas en sus relatos), aseverando que, como todo el mundo, vive toda clase de experiencias, pero destacando que hay algo que la imaginación rescata y preserva, generando de manera inconsciente breves fantaseos que muchas veces sirven cómo embrión para dar a luz un nuevo relato.
Texto: Nicolás Velásquez
Edición de imagen: Brayan Ramos
Entrevista:Shanna Taco
Edición de video: Bruno Amoretti
Hiprvínculos: Frank Capuñay
De todas las características que se pueden desentrañar cuando uno se sumerge en sus relatos, el hecho de ser tan sorprendentemente descriptivo y encajar cada partecita con la otra hace que su prosa se parezca a la de un arquitecto en su afán de crear una obra en donde los componentes de la infraestructura tengan armonía entre sí, de manera que no se note la complejidad.
Al leer las obras de Mario Vargas ese puede percibir algo parecido, solo que en vez de estructuras de diferentes materiales bien organizadas, se tienen palabras, oraciones, párrafos aparentemente sencillamente estructurados; el lector puede pasar por alto la tremenda red de conexiones complejas que se entrelazan en el texto, he ahí la genialidad de Vargas Llosa: la forma como logra esas conexiones, las hace tan precisas, tan bien desarrolladas que al momento de leer es como si la corriente te llevara por aguas de placer visual, esto por las diferentes imágenes mentales que se proyectan en la mente con cada palabra. No por nada es el único sobreviviente del boom latinoamericano.
Lo que se quiere destacar aquí es la habilidad de desarrollar relatos organizados de manera compleja, pero que al ser leídos es casi imperceptible, al menos en muchos de sus textos. Vargas Llosa ha confesado el 2015 en una entrevista para el diario español El País que considera no tener talento natural para escribir, que cada vez le cuesta más y más, suponiendo que esto último se debe al sentido autocrítico que ha ido agudizando al pasar de los años. Además, también hizo mención de su capacidad de recordar muchas cosas (aquello que le permite crear relaciones complejas en sus relatos), aseverando que, como todo el mundo, vive toda clase de experiencias, pero destacando que hay algo que la imaginación rescata y preserva, generando de manera inconsciente breves fantaseos que muchas veces sirven cómo embrión para dar a luz un nuevo relato.
Texto: Nicolás Velásquez
Edición de imagen: Brayan Ramos
Entrevista:Shanna Taco
Edición de video: Bruno Amoretti
Hiprvínculos: Frank Capuñay