Blanca Varela: Entre mis dedos/ardió el ángel



En esta ocasión queremos mostrarles solo una caricia, tan suave como lo fue Blanca. Ella, una sanmarquina de sangre, tuvo un reconocimiento y una fama abrumadora en las aulas de Letras de la histórica Casona de San Marcos. Su talento y buen semblante evocaban las formas de una mujer brillante. En esta casa de estudios –allá por el verano de 1943– conocería a grandes intelectuales peruanos del siglo XX: Sebastián Salazar Bondy, Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren, entre otros. Juntos armonizaban las tendencias del momento: un poco de Albert Camus y otro tanto de Jean Paul Sartre o de Simone de Beauvoir; amoldaban a Baudelaire y su simbolismo francés con holgura y sin estigmas; poseían, en fin, un atrevimiento invaluable que, al parecer, no se ha podido emular desde entonces. Prueba de ello es la formación de un círculo literario –en un inicio marcado por reuniones clandestinas, amicales e íntimas– que sería recordado a través del tiempo como la Generación del 50. Varela, como única mujer, tuvo la necesidad –tal vez la obligación– de acrecentar su voz poética portentosa. Y así fue: «entre mis dedos/ardió el ángel», «ángel ciego o dormido», «alas de cera que te regalé/y que jamás te atreviste a usar», plasmó Blanca en Canto villano.
¿Qué nos habrá querido transmitir Varela con el símbolo de una figura espiritual? Tal vez poner en evidencia la limitación de aspiración del ser humano; ampararse en lo no corpóreo, en lo intangible. Octavio Paz –un amigo íntimo de la poeta– comentó en determinado momento: “Su poesía no explica ni razona. Tampoco es una confidencia. Es un signo, un conjuro frente, contra y hacia el mundo, una piedra negra tatuada por el fuego y la sal, el amor, el tiempo y la soledad. Y, también, una exploración de la propia conciencia”. En ese sentido, no nos queda más que aventurarnos a afirmar que, para Varela, el ser humano arrastra un signo vacío particular: la falta de trascendencia. El ángel, como tal, le da un nuevo valor –cualquiera que sea–; una nueva perspectiva a la obra de la poeta. Durante sus viajes a Francia, en la década del 50, se nutrió de los pensadores existencialistas; así, su crítica sobre la condición humana se evidenciaría en su obra a partir de esas experiencias en adelante. Gran aporte, poca nuestra predilección.

Blanca Varela en la casa de playa de Jose María Arguedas, ubicada en Puerto
Supe. Este lugar sería de notable inspiración para la poeta, quien pondría
como título a uno de sus poemas "Puerto Supe", el cual lo encontramos en su
primer volumen de poesía: "Ese puerto no existe"
Varela se convierte, sin lugar a dudas, en aquello que se busca con frecuencia pero no se encuentra: una mujer contestataria, llena de fantasías e idealizaciones que tocan nuestras más profundas fibras. Ella pertenece a ese selecto grupo –junto a Gabriela Mistral, Idea Vilariño, entre otras– que puede y debe releerse. Y de esa relectura se forma no una reiteración, sino la voz de un nuevo poeta o el surgimiento de una insólita poetisa. La lucidez de Varela se concibe como una búsqueda y aceptación dolorosa de la realidad; un límite metafísico cuya autenticidad no ha sido extinguida hasta ahora.



“Comprendí y aprendí que la poesía es un trabajo de todos los días, y que no la elegimos, sino que nos elige; que no nos pertenece, sino que le pertenecemos; que no es otra cosa que la realidad y a la vez su única y legítima puerta de escape”. Blanca Varela (1926-2009).






Texto: Bruno Amoretti
Infografía: Shanna Taco

2 comentarios:

  1. Un gráfico, una infografía no puede ser todo el post (a menos que se pudiera hacer click en imágenes de la infografía que nos envíen a más información. La infografía podría ser el lugar a donde un link nos dirija, pero no todo el post.

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  2. Este post es un borrador para ver cómo acomodábamos la infografía y la imagen de Varela en el modelo de nuestra plantilla. Es un desafío programar un blog; sin embargo, como lo notará, vamos avanzando frente a la adversidad. Esperamos que comprenda nuestros posts bajo el aprendizaje ensayo y error que realizaremos con frecuencia. Saludos, profesor.

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